La avasalladora secuencia de aperitivos que comienzan - siempre - con un humilde caldo de bienvenida:
- Infusión de setas y piñón
- Piñonada y jugo acidulado de pino
- Bollo cremoso de champiñones y queso azul
- Bocadillo de algas y ventresca de atún
- Picaña Rossini
- Aspic de habitas, tomate, hierbabuena y gamba blanca
- Canapé de cresta de gallo
- Médula de atún y tomate
- Cogollo a la brasa con emulsión de vaca.
(Bardal, Ronda)
Benito Gómez lleva ya tres lustros demostrando desde Ronda - paréntesis incluidos - que es uno de los grandes cocineros del panorama nacional. A quien no lo conozca o le haya tratado de pasada quizás le pueda sorprender por su carácter, el profundo conocimiento de la técnica culinaria y las materias primas y la tremenda sensibilidad que traslada a sus platos. Pero, para los que llevamos años en su estela, no es más que la constatación de una realidad: Benito es de esos cocineros empeñado en encender los fogones a las 8 de la mañana y desechar todo lo sobrante por la noche. Fondos, caldos, infusiones y productos que se trabajan al minuto y no admiten trucos ni atajos. Con la mente puesta en la Serranía de Ronda - ojo al tremendamente ambicioso proyecto que se avecina - desarrolla una cocina que tira a tercios del recetario popular andaluz, de sus raíces catalanas y de una vanguardia moderada que combina técnicas deslumbrantes con sabores sabrosos y amables.
A todo ello hay que unir una sala espléndida, cada vez mejor, con Marco Trujillo y Miguel Conde al frente, que también gestionan una bodega a la altura del restaurante y que, a estas alturas, conforman un todo inseparable de la oferta gastronómica. Cada vez más cerca del restaurante total. @restaurante_bardal @benito_bardal @marcotrujillobaqueiro