Lentejas y molleja de buey glaseada. Magnífico.
Que en Ambivium iba a beber muy bien lo tenía bastante claro pero me sorprendió muy gratamente lo bien que comí.
Para empezar la propuesta enológica - el leit motiv del restaurante - es abrumadora: seis sumilleres capitaneados por Diego González y David Robledo, el Director Gastronómico, que hacen una labor titánica de armonizar cada plato con hasta tres vinos de todo el mundo, casi con sorbos. Demuestran una sensibilidad y un conocimiento extraordinario.
Por otro lado, y frente a lo que había leído en algunos medios, me gustó mucho la cocina que Cristóbal Muñoz y su equipo desarrollan en torno a esa propuesta de vinos: platos elegantes y con identidad, que miran al producto y al recetario local y lo elevan de forma sobria y solvente. El nivel y la regularidad a lo largo de un menú extenso de más de una docena de platos es más que notable.
Si a esto le añadimos una sala magnífica, amplia y generosa en espacios, un servicio de categoría que dirige con naturalidad Manuel Gimeno y un sinfín de detalles que culminan en una preciosa galería para la sobremesa lo cierto es que el conjunto convence de sobra. Un proyecto tremendamente ambicioso y sólido. Más en las dos estrellas que en la única que luce en su entrada. @rteambivium @davidrobledosumiller @pagocarraovejas