Mollejas y riñoncitos de lechal.
Reconforta volver a los lugares en los que uno ha sido feliz. Yo lo he sido - y mucho - en el Mesón La Salina (Fuengirola). Y reconforta encontrar algunas caras y algunos platos. Pero, al mismo tiempo, hay que ser consciente de que todo cambia. Cambian quienes cocinan, quienes mandan y quienes sirven pero también cambiamos los clientes. Precisamente por eso es necesario volver a estos lugares: porque permanece la institución a pesar de que unos y otros hemos ido cambiando con los años. Y en La Salina se sigue comiendo muy bien, se sigue cuidando al cliente y los fieles, aunque ya no tan habituales, seguimos siendo felices. Cocina y producto solventes, muy buena carta de vinos y servicio cariñoso. @mesonlasalina