- Guisantes de Coín, requesón, jugo de pollo asado con azafrán y romero quemado.
- Tagarninas, guiso de tripas de bacalao con perejil, pistacho y tocino ibérico.
Cuánta verdad y cuánto apego al territorio y al producto, sin necesidad de discursos y literatura vacía. En la frontera gaditana, pero con alma y despensa malagueña, Pedro Aguilera ejecuta, en el mesón familiar de sus padres, una espléndida sinfonía con acento en el mundo vegetal y en su entorno más inmediato. Cocina vegetal, sin sectarismos, que modifica texturas y aporta nuevas ópticas en su tratamiento, que en ningún momento renuncia a la proteína animal - que muchas veces funciona como mero acompañamiento - pero con el protagonismo indiscutible de la verdura en cada uno de sus platos. Sensibilidad a raudales, ejecuciones muy notables, precisión y un buen gusto natural. Y esa excelencia en caldos y fondos que imprime la escuela Camarena. Y, todo ello, desde una mirada muy actual a la cocina tradicional andaluza de la sierra, tan apegada al campo y a la huerta. El envoltorio puede despistar, siendo un mesón tradicional abierto hace 25 años por Antonia y José, sus padres, pero en absoluto desmerece. Igual que el servicio, amable y hasta cariñoso, y una carta de vinos limitada, pero sorprendentemente moderna y bien seleccionada, que mira a lo local sin perder de vista lo demás. Una de las comidas de este 2023 sin lugar a dudas. @mesonsaborandaluz @pedroaguilerajimenez