Carpaccio de pies de cerdo, lengua de chivo y trufa. Piparras de Coín fritas. Pimiento rojo asado con ventresca de atún y cebolleta.
La penúltima - nunca se sabe - apertura del Grupo Dani García es Tragabuches, con el que recuperan el nombre del que quizás haya sido el restaurante más emblemático del cocinero y el que, desde luego, le catapultó a la fama. Sin embargo, conviene no crearse expectativas respecto aquellos platos audaces e imaginativos que comenzaron a revolucionar la cocina andaluza y le granjearon su primera estrella. Algunos están en el menú, sí, pero Tragabuches pretende ser más bien un restaurante familiar, una “venta puesta al día” con platos tradicionales de la cocina malagueña y andaluza para compartir a los que el cocinero aporta pinceladas de creatividad. Muy buen producto, para los que la cocina, con Óscar Amores al frente, se ha rodeado de una importante red de escogidos productores locales y buenas hechuras en las ejecuciones con una carta extensísima que integra buena parte del recetario y la despensa malagueña. Sala acogedora, algo oscura pero diseñada con mucho gusto, un local muy amplio que incluye una ludoteca para entretener a los niños, una bodega muy amplia que ha absorbido la del D-Wine cuyo local ocupa ahora y un servicio amable que aún anda cogiendo el ritmo de servicio adecuado. Sirve desayunos muy cuidados, aunque el pan es mejorable, y tiene carta de barra entre horas de comida. Una apuesta ambiciosa. @tragabuches.dg @danigarcia7 @el_cocinero_fiel