Pisto con huevo, salmonetitos fritos, tomate aliñado, revuelto de setas y langostinos, flamenquín, puntas de solomillo, flan, tocino de cielo y queso con piñones y tiramisú.
La Olla de la Tati, en pleno puerto deportivo de Marbella, es una de esas escasas casas de comida que quedan en la ciudad. Cocina de corte tradicional, apegada al recetario cordobés y malagueño, producto más bien humilde, servicio batallero y pocas comodidades. Pero, a unos precios ajustados, cumple. Correcto sin entusiasmar. Habrá que volver para probar los platos de cuchara y los arroces.
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