El canelón de chivo a la pastoril con un majado de sus asaduras. Sin tapujos, con todo el sabor y la potencia de una receta tradicional en formato tapa.
Eso de gastrobar al uso se le queda muy corto a Willie Orellana después de once años poniendo al día el panorama del tapeo malagueño con un notable éxito de público. Mucho más en la onda de esa cocina en miniatura que unos pocos supieron crear y estandarizar que en el burdo concepto en el que terminaron convertidos gran parte de estos gastrobares. Tapas trabajadas y testadas, bien ejecutadas y servidas, sin altisonancias, que triunfan entre un público tremendamente fiel. Pronto en un nuevo local. @delfogon