Guisante del Guadalhorce, velouté de cava y caballa asada a la robata. Tres platos que me han gustado especialmente - a modo de ejemplo - del nuevo Palodú dentro de un menú de más de una quincena de pases en los que apenas se aprecian altibajos y en el que hasta los postres mantienen el tipo.
De un primer vistazo, este reubicado Palodú en el centro de Málaga, en un flamante local de estética limpia y elegante, está llamado a convertirse en una de las grandes mesas de la ciudad. Cristina Cánovas y Diego Aguilar, bien secundados por Ana Cánovas y su equipo en la bodega y la sala, demuestran que tienen talento y tablas de sobra para hacerse un hueco entre los mejores. Arriesgan con la eliminación de la carta y al sometimiento a dos únicos menús en la capital pero la propuesta, a juzgar por mi visita, es irreprochable. Si ya en Teatinos se atisbaban buenas maneras ahora encontramos platos más refinados: algunas versiones de viejos éxitos a los que se les ha dado una vuelta y otros nuevos que oscilan entre esa cocina actualizada con raíces malagueñas y algunos guiños a la cocina clásica. Los puntos de cocción, los fondos y salsas, livianos pero contundentes, la limitación de los adornos y los elementos superfluos, la - muy de agradecer - contención con las grasas y azúcares… Todo nos conduce a una cocina moderna - en el mejor sentido - y más madura, con una base sólida y un prometedor recorrido por delante. Y todo ello con el apoyo de un buen trabajo con los vinos y una sala elegante y confortable. Vamos, que muy bien. @palodu.restaurante @cris_palodu @anacanovas9 @diego_palodu