Guisantes lágrima a la brasa, velouté de cava y anguila ahumada. Pencas de acelga, jugo de sus hojas y oreja. Dos platos muy notables.

Después de un tiempo sin visitarlo encontré a Palodú en un momento espléndido, con una cocina aun más inspirada y afinada, una oferta enológica que ha crecido de forma exponencial y la amabilidad y el buen trato de siempre. Un restaurante más maduro y mejor armado que ese “gastrobar” que nos llamaba la atención hace un par de años por el indiscutible talento de Cristina Cánovas y Diego Aguilar. En esta ocasión, un menú muy sólido desde el principio al final, que resulta tremendamente generoso en producto y pases por esos 55€ que cuesta y una propuesta de vinos - una muy buena apuesta a 35€ - que abunda en esa generosidad y rezuma conocimiento y buen gusto. Muy bien. Cada vez mejor. @palodu.restaurante @cris_palodu @diego_palodu @anacanovas9