Corzo con una tatin de sobrasada y manzana y una salsa de vermouth, chocolate y especias. Un gran plato, muy bien concebido, que hubiese resultado perfecto si la textura de la carne no hubiese estado algo castigada por la baja temperatura.
La propuesta de Pablo Caballero permanece tan sólida como nos tiene acostumbrados desde que abrió sus puertas. Sin embargo esta taberna informal y un tanto gamberra del Soho - música potente en los altavoces y estética urbana - tiene cada vez más hechuras de restaurante de nivel. Desde la carta, que engloba algunos de los clásicos de la casa - canelones, salmorejo de tomates asados, arroz de erizos - y platos que se componen día a día según mercado, hasta la limitada oferta de vinos, en manos de Cristina Socorro, que siempre tiene alguna sugerencia interesante, pasando por los detalles en la mesa, cada vez más cuidados. Cocina de origen catalán y perfilada en el País Vasco que pone su mirada en el producto y el recetario malagueño. Cocina de mercado con un sello personal, al fin y al cabo, que no rehusa la creatividad pero la limita. Total flexibilidad a la hora de componer los menús con una carta y una lista de sugerencias atractivas. Quizás sólo le falte subir un escalón en producto y pulir algún detalle en los platos para estar en su verdadero nivel pero continúa firme en ese estilo propio y convence. @antxoeta