Y los vinos. Una carta modesta pero suficiente con botellas interesantes.
A Baltasar Díaz le sobra técnica, experiencia y formación - Berasategui, Santamaría, Serre - o sea que cuando abandonó ese ambicioso proyecto que fue Vinotinto, en Fuengirola, no tuvo demasiados problemas para establecerse por su cuenta en esta pequeña taberna que es El Laberinto. Allí, en un pequeño espacio con terraza, mezcla platos tradicionales solventes con sugerencias de producto fuera de carta y propuestas más imaginativas y arriesgadas, en general bien resueltas. Platos con algún altibajo puntual pero que en general convencen y conforman una propuesta sólida. Para repetir. @laberintofuengirola