Chuleta de lomo bajo. Riñoncitos y mollejas de cordero lechal al ajillo.
A veces algunas cosas tienen que cambiar para que todo permanezca (casi) igual. Llevaba tiempo sin volver al Mesón La Salina (Fuengirola) y me encontré cambios: ya no andan por allí Loli en la cocina ni Antonio por la sala, que eran los fundadores y el alma de este mesón. Ni, por supuesto, José Antonio que se fue hace unos años. Ahora manda África, hija y hermana, que capitanea con buen rumbo el restaurante con parte del equipo de toda la vida. Y lo cierto es que la esencia permanece: muy buen producto, hechuras en la cocina, un servicio cálido y amable y una carta de vinos amplísima - aunque ha ido menguando - donde aún se encuentran algunas joyas con años. En esta ocasión encontré algún desajuste pero es algo que el tiempo debería ir solucionando. @mesonlasalina