El guacamole Mantarraya con vieiras y emulsión de chiles jalapeños y la extremamente adictiva salsa de chiles tatemados con totopos que sirven de aperitivo.

La verdad es que a veces resulta incomprensible lo que hace que algunos restaurantes funcionen mejor que otros en la Costa del Sol y, en particular, en Marbella. En este caso, Mantarraya tiene todos los ingredientes para triunfar y, sin embargo, atrae a menos público del que debiera. Una cocina estimulante, equilibrada pero llena de matices, ácida y picante, con una carta lo suficientemente versátil para albergar un simple picoteo o un homenaje muy serio. Una sala bien llevada, una bodega quizás algo descompensada pero que permite beber bien y con criterio, una coctelería más que notable que añade un carro de tequilas y mezcales de luio, y un ambiente informal y divertido que invita a dejarse llevar. Quizás los precios puedan resultar altos “para un mexicano” pero, desde luego, la oferta los justifica de sobra y, en todo caso, no son más que los de cualquiera de sus vecinos en la Milla de Oro. El público, siempre soberano, a veces es difícil de entender, pero en mi opinión tiene todo los mimbres para ser un gran restaurante. @mantarrayamx_marbella @mxrobertoruiz @denivici